Fue un día de verano en 2012, estábamos como cada tarde en un campo de fútbol, cada tarde jugábamos pero esa tarde era un día muy especial, hicieron un torneo y el equipo que ganara se llevaría una copa y medallas. Los primeros partidos fueron fáciles, pero cuando íbamos llegando a la final lo pasamos muy mal. Llegamos a semifinales, ganamos pero sufriendo, habíamos llegado a la final pero pasó una cosa, teníamos que hacer una tanda de penaltis porque íbamos 1-1. Así empezamos, todos marcaban pero a mi me tocó el tercer penalti, en ese momento íbamos 3-2, estaba muy nervioso, estaba toda la presión para mi. Cuando fui a tirar el penalti, miré al portero a los ojos, chuté y dio en el palo, me quedé congelado, no tenía ganas de hablar con nadie. Pero cuando el tercer lanzador del otro equipo falló me alegré mucho y al final ganamos la copa y las medallas.
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